lunes, 30 de noviembre de 2015

Escribiendo cuentos fantásticos

           Profesora: Estela Barz
         Textos: clic aquí



Los tres cuentos fantásticos: Esquina peligrosa (Marco Denevi), Médium (Pío Baroja) y El hombre muerto (Leopoldo Lugones) fueron seleccionados para introducir a los alumnos de segundo año en el género fantástico. Finalmente se intentará armar (de manera grupal) una definición a partir de lo leído: relatos y textos explicativos.


1) Leer los relatos. Buscar aquellas marcas narrativas, indicios explícitos con tono realista y otros con tono misterioso, donde el narrador insinúa una duda suya o la de un personaje o la rareza acerca de lo sucedido. Marcar un fragmento de cada relato donde sucede, finalmente, un hecho insólito.


2) Elegir una de las siguientes opciones y redactar un relato que conserve las mismas características de los relatos modelos.

a. El señor Epidídimus, sale a hacer el reparto de la mercadería y se encuentra en la calle de su barrio con el hombre muerto.


b. El señor Epidídimus, sale a hacer el reparto de la mercadería y llega a la casa de Roman. Allí conoce a su madre a su hermana y a su amigo.


Consignas de extensión (por prof. Adriana Trullenque)

  • Leer la copia "Sobre la definición..." y relacionar con los cuentos leídos. ¿Cuál de las definiciones se ajusta a cada cuento? 

  •   Justificar la respuesta y ejemplificar con una cita en donde se produce la       ruptura por la cual lo consideran un cuento fantástico.

  • Tomar el cuento producido por el compañero y analizar si se ajusta al cuento fantástico. Si no fuera así ¿Qué ajuste le harían?

Resolución:

Epidimus, uno de los hombres más ricos del mundo, una mañana volvió al barrio de su niñez.
Su recorrido por las calles ahora asfaltadas, lo llevó al almacén donde había trabajado a los 12 años.
 Ese mediodía al traspasar la puerta, los olores familiares golpearon sus recuerdos a la vez que desde el fondo del lugar tronaba la voz potente de su patrón. Inmediata y automáticamente tomo la canasta preparada con mercadería y comenzó el reparto. ¡Ya estoy listo patrón! - atinó a responder el niño y retomando su rutina diaria se dirigió hacia la aldeíta, en donde decían los moradores que había un loco que se creía muerto.
En su caminar pesado por las calles enlodadas (la noche anterior había llovido), se topó con un tipo extraordinariamente flaco, de barba amarillenta y vestido con harapos. La impresión lo paralizó.
- ¡Si no te estuviera viendo parado aquí, juraría que estás muerto!
En ese momento un estrepitoso ruido se oyó al tiempo que debajo de los harapos caían unos huesos muy antiguos y polvosos.
- ¡Qué maleducado! Justo que iba a regalarle la mercadería porque lo ví tan flaco, ¡desaparece así, sin  saludar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario